lunes, 23 de abril de 2012

Muchachada around the world. Hoy... Las Vegas

Volvemos con nuevas fuerzas después de un largo fin de semana en Chicago. Ya os contaremos, que se nos acumulan las aventuras. Hoy os traemos algo especial: una entrada de Sergio y Enrique, que estuvieron con nosotros en Las Vegas y vivieron un poco más la ciudad que nosotros. Mañana más aventuras.

Las Vegas.

¿Qué decir de Las Vegas que no sepáis ya? Lo que vemos en las películas es totalmente real.

Como sabéis Nevada es un estado en el que todo es desierto. Entramos en él atravesando el Desierto de Mojave. A pocos kilómetros (o mejor dicho, millas) se encuentra el primer “pueblo” (o mejor dicho, complejo) en el que lo único que hay son hoteles-casino con grandes letreros luminosos. Hemos llegado al estado de la perdición.



Atravesamos millas y millas por una autopista rodeados de una llanura con arbustos dispersos para avistar a lo lejos unos edificios con extrañas formas y diferentes tamaños: estábamos llegando a Las Vegas. Al contrario de lo que piensa la mayoría del universo, en Las Vegas también vive gente, por lo que antes de llegar a la famosa calle de los letreros, atravesamos millas de barrios residenciales porque ¿de dónde iba a sacar tantos muertos Grissom?

Llegamos al Strip (calle larga conocida por la enorme cantidad de hoteles-casino que la rodean). Todo es exagerado, el primer hotel que vimos fue el Excalibur que era un castillo que recordaba al Exin Castillos de nuestra infancia. Al otro lado de la calle, el New York-New York con su Estatua de la Libertad en miniatura y el MGM con una estatua del León Dorado de 10 metros de altura. Cuánta “belleza” por metro cuadrado en tan poco tiempo.




Pero ¿qué son Las Vegas en coche cuando puedes disfrutarlas paseando? Multitud de sorpresas nos esperaban aún. No os voy a aburrir explicándoos cada casino uno por uno, así que os comentaré las cosas más importantes e inverosímiles que pudimos ver.

Encontramos unos puestos de recogida de periódicos (los de las monedas) en los que no había periódicos sino que estaban llenos de catálogos mal impresos de prostitutas. Estas estaban completamente desnudas pero los americanos son tan púdicos que ponen una minúscula estrellita en cada pezón, cosa que no deja pie a la imaginación. Pero ahí no acaba la cosa, por toda la ciudad había sudamericanos repartiendo tarjetas con la imagen de una prostituta igual que las anteriores que eran los descuentos para estas. Casualmente había alguna que se repetía pero con distinto nombre.

Cuando vas paseando por la calle (mientras suena música no sabes de dónde) te vas dando cuenta del tipo de personas que hay. Abundan las personas de entre 45 y 60 años que se van a gastar los ahorros de su vida ahora que no tienen hijos que mantener y los jóvenes de 21 años que van a celebrar su mayoría de edad a un lugar donde está permitido beber por la calle y gritar todo lo que querían. Así es normal que te encuentres gente que no se tiene en pie a las 4 de la tarde.

El modelo de hotel-casino se repetía sin parar: un edificio enorme muy llamativo en el que entras y hay numerosas tiendas de joyas y ropa de alta gama en un pasillo por el que llegas al casino. En éste están las filas y filas de máquinas tragaperras; mesas de Black Jack y ruletas y una zona con pantallas enormes para hacer apuestas de baloncesto, carreras de caballos y demás deportes nacionales. Todo ello iluminado con luz artificial para que no tengas noción del tiempo. Las hermosas camareras te sirven las bebidas para que no te tengas que mover y dejar de jugar. Hay incluso en algún casino que hay mujeres bailando con escasa ropa entre las mesas de juego. Tras 10 minutos sales horrorizado de aquel lugar, o al menos lo intentas. En un lugar tan grande no es fácil encontrar la salida.




Cada hotel-casino está dedicado a una temática diferente: Nueva York, Medival, Antigua Roma, Venecia, Paris, Egipto, piratas, el Circo… pero todos ellos con algo en común: la horterada. Todo está hecho para llamar la atención y gastarte el dinero. Cada uno de los hoteles tienen distintos espectáculos que se van renovando.

Una cosa que ni siquiera habíamos pensado que existiese es una tienda de M&Ms de cuatro plantas. ¿Qué pueden vender ahí? Pues todo tipo de merchandising de la marca, desde tazas hasta coches. No sabíamos que pudiese dar para tanto. Aunque no nos sorprendió pues acabábamos de visitar una tienda de tres plantas de Coca Cola en la que había un oso enorme con el que te podías hacer fotos.

Todo esto no es nada comparable a lo que se ve cuando empieza la oscuridad. La ciudad cambia completamente. Todo se vuelve deslumbrante con enorme cantidad de focos y luces de colores por doquier haciendo que no eches en falta la luz solar. Las personas también cambian, los chavales se visten para salir de fiesta como si del fin del mundo se tratara, parecen que van a una boda. Pero la vida continúa, la gente sigue gastando en los casinos y se sigue emborrachando. En Las Vegas no existe la noche ni el día, todo se rige por un único color: el verde del dinero.



1 comentario:

  1. Realmente las vegas es una ciudad hermosa si sabes aprovecharla y usas sanamente los vicios y entretnimientos, y espectaculos que tiene, como bueno tiene que los hoteles en las vegas son baratos para motivar al uso del casino

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