miércoles, 25 de abril de 2012

Los pájaros


Tengo un nuevo enemigo: no, ya no es el servicio postal. A esos los derroté a base de quejas. Mi enemigo es un auténtico pájaro. Pero cuando digo pájaro no es un pollo, un tipo, un gallo (como dicen los chilenos), un señoritingo. No, es un pájaro de verdad, de los que tienen pico y plumas. Y no sé cómo vencerle.

El otro día iba caminando tan tranquilo, y sentí como una colleja. Me di la vuelta y vi a un pájaro que salía de mi cabeza. Intenté asustarle, pero el caso es que vuela, y el muy pájaro se había subido a lo alto de una palmera.

Hoy se ha confirmado nuestra enemistad. Volvía yo andando y en el mismo sitio escucho a un pájaro que empieza a graznar como loco. Mis aracnoinstintos se activaron para ver a un segundo pájaro volar. Falsa alarma… pero el pájaro seguía graznando. Así que decidí pincharle. El muy perro se puso a graznar diferente, y a la que noto que se calla le vuelvo a tener en el cogote. Me había vuelto a hacer otro vuelo rasante. He intentado echarle un frutazo, pero me miraban los conductores. Me atacó así:



La guerra pinta complicada, porque aquí en Miami los pájaros son unos seres todopoderosos. Hay muchos, muchísimos. Y todos conspiran contra los humanos. ¿Dónde se reúnen? Dónde va a ser, en los cables. En EEUU hay postes con cables en todas las calles. No han descubierto aún lo de soterrarlos. (Apúntatelo Borja para el próximo campamento.)

El caso es que desde las alturas nos observan. Y hay veces que dan miedete porque se juntan unas bandadas impresionantes.



En otras ocasiones, como le pasó a Marga, llegan varios cientos de pájaros a un jardín, y empiezan a sacar gusanazos. Y cuando se acaban se van. Mientras tanto los humanos se dedican a observar desde dentro de sus coches, porque los pajaritos están picoteando todo lo que pillan, coche incluido.

De hecho, en los Everglades no puedes dejar el coche por ahí tirado, porque a los buitres les encanta las gomas de las lunas. Por no mencionar la agresividad de cuervos y gaviotas por todo el país. Se pegan entre ellas para ver quién se queda con la alita de pollo o la sopa de almejas. Y si te descuidas te quitan la comida de las manos. Verídico.

Con todo esto, no nos extraña que a Hitchcock se le ocurriera hacer una película. Tampoco hay que pararse a pensar mucho.

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