lunes, 6 de febrero de 2012

El gañán y la tierra: Los Everglades

Volvemos; amigos; con otro; espacio; natural: Los Everglades.

Si Florida es el pene de América, los Everglades son el glande. Sí, suena duro, pero eso es todo lo que ocupa. Bueno, más bien es la zona pantanosa de Florida la que ocupa eso, pero ¿a que ahora sí os hacéis una idea de todo lo que debe ser? Pues eso.



Hace la tira de años el sur de Florida era una zona de asco que nadie quería. Todo era pantano y bichería. Hasta que empezaron a asentarse algunos colonos en la zona de Miami. Y uno de los padres de Miami decidió que, para crecer, lo mejor era desecar los humedales. Y, venga, a construir. Lo que queda ahora es sólo el 20% de lo que había. Menos mal que en 1945 se dieron cuenta y pararon. Ahora tienen que preocuparse por canalizar el agua.

El caso es que aquí llueve, y mucho. Y todo es plano. Y, claro, a partir de abril con tanta agua un lago que está a tomar por saco al norte, el Okeechobee, se desborda y el agua va tranquilamente fluyendo por toda la Florida hasta el Golfo de México. Eso es lo que crea todo el ecosistema, que es refugio para muchos bichos. ¿Cuántos? No me acuerdo, pero muchos. Hay pajaricos, pececitos, tortugas, cocodrilos, manatís, y mucho insecto.

Primer consejo: no se os ocurra visitarlo en verano. Seréis un jugoso postre para miles de insectos. El mejor momento es de diciembre a marzo, cuando hay poca agua y menos molestos bichoides.

Venga, ¿dónde vamos para visitarlo? Pues esto tiene muchas entradas diferentes. Nosotros fuimos al Shark Valley, cerca de Miami. ¿Y qué vimos? Tenían un recorridito a pie interesante. Te permite ver varios pájaros, algunas tortugas y muchos alligators al sol. Te pones al lado de uno de estos y da respeto, la verdad.



Luego nos dimos un paseo en un pseudo-autobús, con una guía que se hacía la graciosa para cobrar propinas. Nos llevaron hasta un puesto de observación en medio de una nada inmensa. Bueno, sólo veías marjales (terreno bajo pantanoso, los Everglades). Impresionante.



Fuera del Parque hay muchas chumineces que hacer: montarte en un bote de aire (estábamos cansados para montar, la próxima lo haremos), visitar el poblado indio, comer carne de cocodrilo... vamos, muchos chorrazos. Lo que no te recomiendan es hacer lo que hizo un niño brasileño. Alquiló una bici y le dio por caerse a la cuneta. Un cocodrilo le enganchó para zampárselo. Y la madre del crío, increíblemente, saltó encima del cocodrilo y se lió a puñetazos hasta que el cocodrilo soltó a la criatura que sobrevivió.

Otra curiosidad: en la foto de arriba podéis ver "islas" de árboles. Eso es terreno que está unos centímetros por encima del agua. Cuando los indios vivían aquí usaban las islas. Una para dormir, otra para cocinar, otra de letrina. Y en barca de una a otra.

En fin, que el parque está muy bien, sobre todo si te gustan las aves, porque pájaros de medio país se vienen aquí a invernar. Recomendable si pasáis algún día por Miami.

P.D: Chuck Norris no tiene glande, tiene enolme.

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