lunes, 16 de enero de 2012

Marinero de luces

...con alma de fuego y espalda morena, se quedó tu velero perdido en los mares, varado en la arena. Este sábado pudimos hacer homenaje a La Pantoja siguiendo casi al pie de la letra su canción. ¿Qué? Comencemos por el principio.

Nuestro amigo Oscar, valenciano de pro y residente en Miami, se echó hace unos meses la manta a la cabeza y se compró un velero. Y, claro, había que estrenarlo dignamente. Tras varias travesías de prueba nos invitó a ir en el barco a explorar los Mares del Sur. Y allá que nos fuimos el sábado el capitán (Oscar), la fotógrafa (Marga) y el grumete (servidor).



La idea era sencilla: cruzar la Bahía (zona poco profunda), llegar hasta el Cayo Boca Chita, amarrar en puerto, hacer noche (barbacoa incluida) y pasar el fin de semana en una isla paradisíaca. Planazo.

Salimos a navegar y enseguida me pasó los mandos del barco mientras él extendía las velas. Ya lié una de las mías: intentando hacerme el guay conduciendo, aquello era de un sensible que ni el Mario Kart, y casi tiro al capitán por la borda.

En fin, transcurrió la cosa sin más incidentes. Avanzábamos tranquilitos disfrutando de un buen día para navegar a vela. Había otros muchos barcos pero, curiosamente, pocos veleros. Casi todo eran yates de recreo.

Después de 4 horas navegando ya llegamos a la isla. Entramos al puerto y... a ver si lo adivináis. ¿Cómo estaba el puerto? Lleno de... ¡gañanes hasta la cencerreta! Para variar, la cosa estaba petadísima de peña que, casualmente, habían llegado mucho antes en sus motoras y ya estaban papeando. No había ni un sitio. Preguntamos a un viejales de un catamarán a ver si podíamos amarrar a su lado y su respuesta, digna de entrar en el libro de las excusas de los scouts, fue: "tengo a 2 niños pequeños durmiendo." ¿? Cachondo el tío...



En fin, que Oscar decidió que lo mejor era intentar volver, y allá que nos fuimos. Y ahí comenzó la verdadera aventura. Sin pisar tierra firme nos dimos la vuelta y, claro, el viento de popa que tan a gustito nos había llevado, ahora lo teníamos en contra. Para los que no sepan de vela (yo no sabía nada hasta hace dos días), cuando vas con el viento en contra no puedes navegar en línea recta, tienes que ir haciendo zigzag. Y eso supone mucho más tiempo.

Empezamos a notar el viento en la cara, y qué frío. Encima de volver haciendo eses teníamos que volver más despacio. El barco parecía que no se movía y el paisaje tampoco.

La mejor escena tuvo lugar cuando, intentando acercarnos al faro de Key Biscayne, ya atardeciendo, vemos que hay zonas donde el agua tiene otro color. Qué curioso... Y comentándolo, Oscar se fija en el sónar y de los 8 pies (1 pie=30 cm), 8 8 8 de profundidad pasa a dar 8 5 3 1 4 1 2. ¡¡¡CORALES!!! ¡MEDIA VUELTA YA! A toda leche dimos la vuelta al barco, aquello parecía la acción evasiva de Star Wars.



En el GPS ajustamos el zoom para ver las profundidades: hemos entrado por un canal (pura chiripa) a una zona plagada de corales (preciosos en los documentales, pero te pueden hundir el barco como te choques con ellos). Bien, genial, hay que volver atrás y rezar para no salirnos del caminito. Oscar me mandó a proa a ver si había algún coral mientras él conducía con precisión de cirujano. Menudo acojone. En ese momento estaba agarrado como un koala a la proa, pensando que si chocábamos, por la inercia, caería al agua. La idea de morir aplastado por el barco y desgarrado por los corales entre grandes alaridos de dolor no me hacía mucha gracia. Realmente no era para tanto, vale, pero en ese momento sí que acojona el tema.

En fin, que ya salimos del peligro y pudimos seguir. El atardecer y anochecer preciosos, Miami desde el mar una pasada... pero el frío lo tuvimos metido en el cuerpo hasta el día siguiente. La ida, 4 horitas de buen tiempo y risas. La vuelta, casi 8 horas en las que pasamos del cabreo al frío, luego al acojone, después a la admiración por los paisajes y por último, al agotamiento físico y mental.



Así que, volviendo al comienzo de la entrada, fuimos unos marineros de luces (menudas luces no contar con plan B), con alma de fuego y espalda morena (algo nos quemamos), se quedó tu velero perdido en los mares (perdido perdido no, pero largo se hizo un rato), varado en la arena (casi en los corales).

La próxima volveremos mejor preparados y podremos completar la aventura de dormir en el velero en una playa paradisíaca.

P.D: Si alguno se pregunta por qué conozco yo las canciones de La Pantoja,... los largos viajes a la playa de mi infancia estuvieron amenizados por casettes de La Pantoja, María del Monte, María Dolores Pradera y Julio Iglesias. Viva la canción española.

1 comentario:

  1. Jajajaja, ya no me acordaba de lo de "It`s a trap!!" jajaja, me alegro de que sobrevivieseis una vez más a otra de vuestras aventuras.
    Un besOTE, y seguiroslo pasándoslo tan tetOTA como hasta ahora! :D

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